sábado, 12 de septiembre de 2009

Semillas perdidas

-¡No enciendas todas las luces! Repite ella con nerviosismo, prefiere un ambiente tenue, donde los objetos armonizan la habitación llenándola de sombras que se elevan por lo alto hasta topar con el techo, su acompañante trata de mantenerla con calma, de otra forma todo saldría mal.

Aquélla habitación contaba con una cama amplia y en ambos costados se encuentran dos mesas, pequeñas e individuales, que sirven para colocar los accesorios que cada uno de los dos lleva puesto; por un lado ella se despoja lentamente de sus aretes de oro, con sus manos trémulas los coloca sobre una de ellas, para ser más precisos del lado izquierdo de la cama, un movimiento más se suma a la atmosfera de arte visual, cuando de un sutil jalón tira de la liga que sostenía su cabello; mientras él la observa ansioso, excitado por una encantadora visión, preso de la mirada latente que se resguarda en un rostro infantil, pero dueño de una figura pronunciada, sin igual que desenmascaraba a una mujer incitada en las provocaciones de las pasiones, el único sonido que cantaba eran las respiraciones, que aumentaban por la tensión de sus miembros.

Así es como la escena se aprecia a través de una ventana, entreabierta, donde la tarde se mudaba, y afuera los ruidos citadinos se incrementaban a cada instante, horas en que cientos de personas se amontonaban en las calles, en los transportes, multitudes pasaban, multitudes desaparecieron y así fue como la pareja concluyó aquél encuentro furtivo, en un cuarto de hotel, en la zona más concurrida de la ciudad.

Al día siguiente la experiencia es contada, ella se acerca su mejor amiga y la espera en el patio detrás de la universidad, en la jardinera de siempre, dónde nadie puede verlas, para compartir los detalles de la velada anterior. Entre amigas se cuentan todo, entre mujeres se esperan los detalles exactos, tal y como ocurrieron, y así pasan las horas antes de despedirse.

Los días transcurren y la pareja comienza a alejarse, como presintiendo la llegada de algo desconocido, él toma su distancia dice quererla, sin embargo, necesita su espacio, ella lo entiende y acepta que algo anda mal, aunque desconozca la razón.
Así se suman semanas en donde ella permanece confundida, escribe diariamente en su libreta, las letras se confunden con los apuntes escolares hasta que un día, después de diversos contratiempos, conózcanse como falta de apetito y constantes mareos, se percata de ello, más aún no lo sabe con exactitud.


Desesperada por conocer la raíz de sus depresiones sale de casa, acompañada de su inseparable confidente, por una calle para terminar en un establecimiento donde adquieren una compra de plástico, envuelta en un instructivo, ambas leen con atención y paso a paso, realizan la sencilla operación.

La llegada de la noche trajo consigo líquido vital, que rueda por una ligeras montañas de color arena, cálido porque reciente es su origen, dos pares de hinchados ojos fijan sus miradas en puntos perdidos de la habitación, piensan mil cosas y no saben cómo afrontar la nueva noticia, ésta que no encaja en los planes de dos ilusas estudiantes, significaba sin duda, una muy mala noticia.

Al día siguiente la desesperada próxima madre tomó la decisión de confesar a su compañero de creación la noticia, misma que fue intempestiva a los oídos de aquél joven inexperto, en ese preciso instante ambos experimentaron una secuencia de emociones que los condujeron a una última solución.

El tiempo habría transcurrido ya desde la revelación de la noticia, un mes de duda quebró a la pareja, separándola definitivamente, él huyó de la escena atormentándose más tarde por sus inseguridades, por otro lado ella decidió aceptar su destino y confesar nuevamente, en esta ocasión a círculo más cercano, su familia.

Durante la cena, la confesión se hizo presente, la reacción del padre fue de la más pura decepción con el rostro enrojecido por tremendo impacto, lo condujo a pronunciarle terribles palabras, a su más preciada joya, ésta desesperada y temerosa de la furia que se había apoderado de su progenitor, corrió hasta llegar a su habitación, tomó una pluma convirtiéndola en daga, degolló con palabras y palabras su pesar, ese dolor que le aquejaba desde hace semanas, la sangre vertida en una carta fue dejada en el centro de su aposento, recostada en aquella suave almohada dónde solía recostarse para descansar.

Estaba decidida, ser madre no estaba en sus planes, carecía aún de muchas experiencias, pero lo haría, lucharía por conservar lo que ella misma guarda para sí misma, algo por lo que una vez en su vida se dedicaría por completo; su primer paso para lograrlo fue tomar una segunda decisión, salir de aquella casa, que ya no sentía como suya.

Salió a prisa, con el llanto aún marcando su rostro, tanta fue su desesperación al emprender la huída que no aproximo el vehículo a toda marcha, con la velocidad chillando en el aire, su visión fue opacada, las lagrimas cesaron al rodar el delicado cuerpo por el pavimento.

Postrada en un cama de hospital, aturdida por la conmoción del impacto de su vista, no recuerda todo, lo hace por fragmentos de tiempo, en ellos se forman imágenes: la primera se trata de un dolor intenso, mientras es trasladada al lugar de los muros altos,de higiene extrema, recuerda las miradas del hombre que observándole el vientre le toma la mano; la siguiente imagen, es permanecer dentro de una habitación, donde la penetra el frío metal, lo siente es despojada de sus entrañas, con una fiereza extrema, no lo puede detener, su sangre ha sido derramada, (su sacrificio se conviritió en interno) dejándola más débil, por último recuerda las fulminantes luces, que la iluminaban completita, hasta el más oscuro lugar de su ser, no pudo hacerse nada más.

Abre los ojos de nuevo, sobre sus mejillas ruedan borbotones de lágrimas, mientras observa a lo lejos el paso de la multitud vestida de blanco, batas y medias blancas, incluso sus rostros se encontraban en blanco para ella. La habían atendido, había sido rescatada de la muerte, pero su salvación representó el sacrificio de otro ser, la semilla no germinaría nunca más, todos esos sufridos acontecimientos habían sido borrados, un legrado le permitió continuar con su vida.

Gotas saladas

*Angie
Resplandece una tarde con la lluvia que aterriza sobre el parabrisas de unos de los automóviles atorados en el tráfico, sobre la calle los niños cruzan corriendo para resguardarse de las gotas heladas, Julia desde el interior los mira huir para luego lentamente perder la mirada en pensamiento depresivos, trata de escapar de la asfixiante situación en la que está inmersa tiene a su lado a su peor enemigo, en esos momentos, en ese instante ella lo piensa así, éste por su cuenta permanece serio con las manos al volante esperando la luz verde.

Durante los eternos segundos que pasan, la música se escucha como si fuese un aliento tibio y distante proveniente del estero del auto, no la sienten, la tensión en la que están inmersos hacen que la ignoren sólo tienen cabida sus pensamientos, ella por su parte espera ansiosa el rojo en su camino, en su asiento se gira un poco a la derecha para recargar su codo y observar las gotas que bajan por el vidrio, las calles desiertas y el gris del ambiente; sin embargo, él no luce tan ausente como se lo hace creer a ella, su semblante sereno, con una mirada fija también en la luz le da un aire de iracundo.

Se escucha el término de la canción, Julia piensa en los momentos justo antes de subirse al automóvil, la discusión que tuvo con él la había hecho enfurecer, rabiar hasta su más profundo desaliento, una desesperación profunda ése grito desesperado que no pudo más que salir por la ventana de los ojos, no sin antes salir del comedor y dirigirse a su cuarto, contiendo su aliento para no expulsar lo que podría convertirse en una tormenta de líquido salado, al fondo comienza a sonar la siguiente canción:

Angie, Angie, when will those clouds all disappear? Angie, Angie, where will it lead us from here? With no loving in our souls and no money in our coats you can’t say were satisfied

Antes de ser escuchada la siguiente parte de la canción, como si la despertaran con un tremendo golpe, reaccionó identificando la canción que en ése momento se convirtió en melancólica, por instantes tuvo regresiones de infancia, la niña que jugaba felizmente mientras él se recreaba en una comida familiar, también cuando sobre los fines de semana en casa limpiando mientras se escuchaba música, se observa dentro de sí misma, a aquélla niña sonriente sin ataduras que la orillen a poseer algún sentimiento de frustración, se mira en el vidrio empañado observa a la que dejó de ser niña, en ese momento retorna a su presente, para observar que la señal verde se había presentado, el volante ahora en movimiento apunta derecho, hacia su destino.

El silencio entre los dos es interrumpido por su voz, él comienza a cantar, -But Angie, Angie, you can´t say we never tried Angie, youre beautiful, but aint it time we said good-bye? - sin duda es una de sus canciones favoritas, quizás le recuerden a sus épocas de juventud, donde no tenía estos problemas, donde no estaría con alguien encerrado sin poder decir más; ella lo escucha y gira para mirarlo con unos ojos de consternación, -¿No recuerdas que te cantaba mientras te arrullaba?- ella mantenía la misma mirada , él continuo diciendo - Si, te la cantaba cuando eras una bebe- en ese momento sintió sus palpitaciones, lo miro con una extrema tristeza y justo en el momento en que las consecuencias de esas palabras saldrían se giro de nueva cuenta, pero ahora dándole la espalda, para ocultar la profunda tristeza que la aquejaba.
Angie, angie, where will it lead us from here? Oh, angie, dont you weep, all your kisses still taste sweetI hate that sadness in your eyesBut angie, angie, aint it time we said good-bye

El destino se hacía presente y ella aun no podía quitarse de la mente sus palabras, ¿qué significaba que hace unos minutos su sentimiento era de odio y ahora sentía que reventaba en sus lágrimas? El auto se detuvo, ella se bajaría no sin antes despedirse –Nos vemos al rato, papá- lo mira para despedirse.

Al estar fuera del auto, avanza unos pasos Julia piensa en Angie, esa canción que siempre la había acompañado en los ratos con su padre, claro se trataba de una de sus bandas favoritas, ella la había adoptado desde su infancia y siempre que la escuchaba se remitía a él, a su figura causándole cierto aire de melancolía, ahora con esto se había convertido en una de las canciones que no puede terminar de escuchar sin evocar un pensamiento acerca de su progenitor.

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